Comprendemos perfectamente la importancia del suministro ininterrumpido de alimentos para el desarrollo socioeconómico y la estabilidad política de los Estados africanos. Por este motivo, siempre hemos prestado gran atención a las cuestiones referentes a suministros de trigo, cebada, maíz y otros cultivos a los países africanos. Y lo hemos hecho no solo sobre una base contractual, sino también gratuitamente, en forma de ayuda humanitaria, incluso a través del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Así, en 2022, Rusia exportó 11,5 millones de toneladas de cereales a África, y en los seis primeros meses de este año, ha destinado casi 10 millones de toneladas. Y todo esto a pesar de las sanciones impuestas a nuestra exportación, las que realmente obstaculizan las exportaciones rusas de alimentos a los países en desarrollo, dificultan la logística del transporte, el seguro de carga y los pagos bancarios.
Seguramente muchos conocen el llamado pacto de granos, destinado en su origen a garantizar la seguridad alimentaria mundial, reducir la amenaza de hambre y ayudar a los países más pobres de África, Asia y América Latina. Por eso Rusia se ha comprometido a participar en su realización. Pero este pacto de granos, que Occidente presentó en público como una manifestación de su voluntad de actuar por el bien de África, en realidad se utilizó abiertamente sólo para enriquecer a las grandes empresas estadounidenses y europeas que exportaban y revendían cereales desde Ucrania.
Los hechos hablan por sí solos. En casi un año del pacto de granos, se exportó desde Ucrania un total de 32,8 millones de toneladas de carga, más del 70% de las cuales se destinaron a países de altos y medios-altos ingresos, incluida la UE, mientras que países como Etiopía, Sudán y Somalia, y también Yemen y Afganistán, recibieron menos del 3% del volumen total, es decir, menos de un millón de toneladas.
Al mismo tiempo, no se cumplió ninguna de las condiciones del pacto relativas a levantar las sanciones impuestas sobre las exportaciones rusas de granos y fertilizantes a los mercados mundiales. Además, nos enfrentamos con obstáculos cuando entregamos a título gratuito abonos minerales a los países necesitados y más pobres. De las 262.000 toneladas de productos bloqueados en los puertos europeos, se logró enviar solo dos lotes: 20.000 toneladas a Malawi y 34.000 a Kenia. Lo resto se queda en las manos de los europeos deshonestos. Eso sucede a pesar de que se trate de la acción puramente humanitaria que no puede ser afectada por ningunas sanciones en principio.
Al tener en cuenta todos esos hechos, perdió sentido extender el pacto de granos que no cumplió con su objetivo humanitario. Nos oponemos a prolongar el pacto, y a partir del 18 de julio, se completó. Me gustaría asegurar que nuestro país está capaz de sustituir los granos ucranianos tanto sobre la base comercial como gratuita, especialmente porque esperamos otra cosecha récord este año.